
La importancia de tener un buen abogado de familia.
Resulta sencillo imaginar el estado emocional en el que recibimos al cliente en el despacho cuando tiene un problema de familia. Millones de sensaciones encontradas, sentimientos a flor de piel, recuerdos que se aglutinan en la mente como imágenes borrosas en las que se entremezcla lo bueno y lo malo de los años de convivencia compartida….
Con este punto de partida, se hace absolutamente necesario que el abogado sea capaz de transmitir, de explicar de forma clara y cercana, los puntos vitales sobre los que, por encima de toda la maraña de ideas, se hace necesario decidir y pensar, tratando de dejar de lado todo aquello que carece de relevancia y que, lejos de ayudar a resolver el problema, hará más difícil su solución.
Y si en algún momento cobra importancia la EMPATIA es en este; el Letrado debe tener la capacidad de llegar al cliente, de hacerse entender, de permitir que aquel le pregunte por todas las cuestiones que le preocupan, de hacerle sentir cómodo. Es de vital importancia que el cliente se sienta ACOMPAÑADO en este proceso de duelo que, sin lugar a dudas, conlleva toda crisis matrimonial más allá de los motivos que la hayan provocado.
Si a todos los parámetros anteriores añadimos la experiencia del Letrado que lleva el asunto, sin lugar a dudas, el buen fin del proceso, estará asegurado. Por experiencia sabemos que cada caso de familia es particular, con unas circunstancias que lo hacen único pero también es cierto que los sentimientos por los que va atravesando el cliente a medida que el proceso discurre, son muy parecidos. Esto nos servirá de mucha ayuda para saber cómo transmitir y negociar con la información que recibimos.
En TRIA4 pensamos que es vital tratar de mediar, de alcanzar una solución amistosa y satisfactoria para ambas partes: quién mejor que uno mismo para saber lo que es mejor para su familia. Todo esto, qué duda cabe, justifica siempre la negociación con la parte contraria aunque ello suponga demorar la resolución del asunto. Sin duda, la mejor Sentencia, es la que se pone uno mismo. Y este, es el principio que nos guía cada día en nuestro trabajo junto con la vocación de ayudar al cliente en un momento tan delicado de su vida acompañándolo y haciéndolo partícipe de la resolución del conflicto.